ROBERTO GARCIA GUADA “TUTI”

ROBERTO GARCIA GUADA “TUTI”

ROBERTO GARCIA GUADA. “TUTI”, batería de Los Torbellinos, D.E.P.
Mi recuerdo y homenaje a esta gran persona y músico de la época dorada de la música moderna.
Tuti, el batería elegante de los tiempos de lo informal, falleció el 9 de Enero de 2011 con solo 61 años este clásico de los grupos leoneses y después industrial de hostelería y comercio.

Hace muchos años, como tantos de nosotros, vivió la extraordinaria aventura de subirse a un escenario y tocar y cantar con dignidad, las canciones del momento que nos llegaban a través de la radio, de la única televisión que había y de los discos que comprábamos en las tiendas de Olalla y de Óptica San José Radio, de la calle de Ordoño II.
Se inició con la batería y la percusión de forma autodidacta, como casi todos los chicos y músicos de conjuntos musicales de la época, pero tuvo la fortuna de recibir clases de Luis Juárez García (El Buza / El Negro de Azadinos), también fallecido, considerado por todos los músicos de las generaciones 50-90 como el mejor baterista de la Historia de la Música Moderna en León.
Poder tocar música en aquellos años, a comienzos de los 60, significaba entre otras cosas, saber adaptar los escasos conocimientos de tocar unas cuantas canciones simples, con la tuna o la rondalla del colegio o del instituto, y embarcarse en universos distintos, donde había que hilar fino, tratando de que la interpretación final, se pareciese todo lo posible a la original del propio disco. La mayor dificultad que existía en articular aquellas formaciones de grupos jóvenes y de hacerlas funcionar (los conjuntos músico-vocales, como se denominaban), era encontrar los compañeros adecuados.
Tenían que tener gustos musicales similares, que tuvieran posibilidades o medios para comprarse una guitarra eléctrica o batería y sobre todo, que alguno dispusiera de una habitación, local o casa en el pueblo, para poder ensayar sin molestar a la familia o a los vecinos.
En 1966, ya existían en León unos cuantos conjuntos músico-vocales. Algunos, como Los Megatones (los primeros), Los Duplex y Los Cometas, ya andaban años antes, por salas de Bilbao, Madrid, Palma de Mallorca, Portugal y Galicia, donde Los Megatones actuaron para el mismísimo Franco, en el Club Naútico de La Coruña. En ese mismo año, otros grupos locales, actuaban con regularidad en las salas de baile Club Radio, Jaris y Acapulco, compartiendo actuación, con las orquestas que actuaban como oficiales o fijas, formadas mayoritariamente por músicos-militares, en aquellos mismos espacios.
Una alternativa diferente a las actuaciones en salas de fiestas, eran precisamente, las sesiones o festivales de conjuntos músico-vocales, matinales y domingueras, que se llevaron a cabo durante un tiempo en los desaparecidos Cine Trianón y Sala de Fiestas Club Radio, tras el boom que significó el Primer Festival de Conjuntos Músico-Vocales, celebrado en el Teatro Emperador a primeros de Febrero de ese mismo año de 1966.
Para aquellos pioneros conjuntos locales, Los Cometas, Los 5 Reylons, Los Incógnitos, Los Mágicos, Los Sogas, Los King Boys, Los Dúplex, Los Rayos y otros, aquellas sesiones fueron sus primeras experiencias en directos, para gente de su misma edad. No eran actuaciones en salas de baile.
Algunos de ellos, como Los Tricolores, Los King Boys, Los Cometas, Los Rayos, Los 5 Reylons y Los Mágicos, habían participado con escasa fortuna en el concurso-festival del Emperador, meses antes, siendo todos eliminados a las primeras de cambio.
En el mes de mayo de 1966, las sesiones matinales del Trianón, eran la referencia y el punto de encuentro de los jóvenes a los que nos gustaba la música moderna y a los que veníamos con el regusto de las actuaciones del Emperador.
La entrada a esas sesiones, a diferencia de los cines, (con las películas de “mayores de 18 años”) lo hacíamos sin problemas. Ningún portero o encargado al cortarnos la entrada, nos pidió jamás el Documento Nacional de Identidad …
Tuti por aquella época, actuaba como baterista con Los Torbellinos, un grupo carismático porque trataba muy bien sobre todo, las versiones de autores italianos melódicos, de la época.
Los componentes de Los Torbellinos eran Tuti, a la batería, Eugenio Serra, a la guitarra y voz, Benito a la guitarra, Luis Díez -Sonidos- al bajo. En aquel mayo de 1966, me encontré con Tuti por primera vez en una de esas matinales del Trianón. Fue allí cuando nos conocimos. Este encuentro, posteriormente, lo recordaríamos con frecuencia.
El atuendo normal de la manada de los conjunteros en general, eran los pantalones campana, los botines de medio tacón, los chalequitos, las gorras, los pelos más o menos largos y algún irreverente jersey rojo o negro de cuello cisne o camisa a cuadros para marcar el territorio y señalar y diferenciar “al artista”…
También se estilaban las gafas de sol -en el interior también- y las pulseritas de plata o alpaca, en una o en ambas muñecas. A diferencia del resto, Tuti siempre llamaba la atención, porque era un ser diferente: Vestía siempre impecables trajes, con su correspondiente corbata y zapatos bien brillantes. Desde luego, marcaba sobradamente la distancia con los demás. Su forma de tocar la batería era tan sutil y elegante, que parecía que la acariciaba. Realmente, acompañaba, como debe ser. No hacía aspaviento alguno, ni daba beats adicionales, siempre se mostraba seguro y ceñido a la disciplina del grupo. Su arte no era del estilo o de la clase de los otros baterístas, que cuando se calentaban, montaban el pollo, se iban por los cerros de Úbeda y daban golpes y castañazos a diestro y siniestro, para cargarse la actuación o convertirse en las “estrellas” de la matinal…
En aquella sesión de Mayo de 1966 en el Trianón, actuaron los que años más tarde serían mis compañeros de grupo Los Mágicos (¡al día de hoy, todavía en activo!), Los Sogas (gente de la Escuela de Magisterio, con un desconocido Sergio de Cabo -organista- ¡tocando la batería!), Los Incógnitos (uno de los primeros conjuntos locales creados en León), Los Duplex (con José Manuel de Pablo -el Niño-, también todavía en activo) y Los Torbellinos de Tuti, que interpretaron magistralmente ‘El Mundo’ de Jimmy Fontana y ‘Melancolía’ de Peppino di Capri.
Tuti fue además, baterísta de emergencia y prestó apoyo a otros grupos locales que temporalmente perdían al suyo. También tocó un tiempo con Los Incógnitos.
Fue requerido por el manager de Los Canarios, que vino a buscarle a León, para actuar temporalmente con ellos. Debido a su edad, su padre no le autorizó.
Los Torbellinos hacían también buenas versiones de temas de grupos de la época (Manfred Mann, Who, Spencer Davis Group, Animals, Searchers, etc.) por ello y por su indudable calidad en los directos, actuaron por la provincia de León, especialmente en la sala Tu y Yo de Sahagún y también en el Club Italia de Valladolid.
Tuti, como empresario, tuvo diversos negocios en el sector hostelero, de ropa y de regalos. Actualmente trabajaba en el Ayuntamiento de León.
Siempre tuvo un aspecto muy juvenil, incluso aniñado, que hacía que dijéramos ¡que joven es! y que nos preguntásemos siempre que edad tendría realmente …
Consecuentemente, en aquellas sesiones, con sólo 17 años, el efecto era todavía más notable si cabe, ya que parecía que acababa de hacer la primera comunión…
Cada poco, a través del trato y de la conversación (últimamente y casi siempre, tomando vinos en el Bar El Cuervo) descubría en él nuevos valores personales, aparte de esa imagen de niño-adulto, optimista, siempre joven y vitalista, su extraordinaria educación, la pulcritud en el aspecto y la elegancia en el vestir, en el ser, en el estar, su conversación, el trato y toda su persona en general …
Nunca le vi airado, ni enojado. Jamás le vi discutir con nadie, ni metido en lío alguno. Hablaba con suavidad y despacio. Generaba pausas y silencios; escuchaba a los interlocutores con atención, jamás interrumpía, él era así.
Tuti era esa clase de persona y de amigo de conversación tranquila, afable, discreto, elegante, tal vez un poco introvertido, educado y honesto que desgraciadamente hemos perdido, pero que recordaremos siempre, porque su memoria ocupará por siempre nuestro corazón.